domingo, 3 de mayo de 2009

La influenza

Eres tan tonta que te crees fiera
eres tan fiera que te vuelves tonta
eres sólo una minúscula partícula de odio para saciar
los daños del bolsillo.
Eres un pedacito de inmundicia en un barco de miedos solidarios
un tubérculo podrido que no prende raíces
una célula muerta un infame revuelo.

No creas que me engañas que no sé que pretendes
que me usas y me quemas para ensuciar el llanto pero
ya no hay temor porque si te conozco
porque se quien tú eres porque destilas raros
perfiles de huracanes y tormentosas fibras de colonias de muertos.

Y te crees muy fiera y te vuelves de polvo y te enganchas de furia
porque se acaba el tiempo ni billones de oros te salvan del abismo
ni los bancos de arenas harán que el agua inmensa te convierta en
[espumas.
Y dirás que no sé que me traigo ni que sé lo que digo
pero poquito a poco te hundes y te hundes y no hay quien pueda ni
[siquiera
acercarte una balsa quien te tienda una mano y al contrario de todo
la muchedumbre tan ardiente de ira te empuja a la hecatombe
[porque el sol no perdona
ni el agua ni la tierra ni ese crisantemo que estrujaste una tarde
[cuando
el aire caliente perdido entre las manos se convirtió en un cirio.

Y ahora me pregunto ¿Y qué quieres con esto?
Que dejemos el sueño que perdamos el ritmo que no hagamos
[poemas
¿Y que quieres con esto? Eres tan poca cosa una trágica brisa en un
[páramo en vilo.
¿Y qué que quieres ahora? cuando no puedes nada son tan torpes tus
[signos
y tan falso tu ego. ¿Qué pretendes ahora? precisamente ahora
cuando los niños cantan y te pinchan las nubes para que caiga
rumorosa de auroras la lluvia que amanece en un cielo de estreno.




Juanita Conejero.
(La Habana, Cuba)

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