sábado, 2 de mayo de 2009

Ciudad desfallecida

Esta ciudad ya no es la misma
en su sudario de papel estraza,
presente en la intemperancia
de la brega, sudor, sangre de los días,
instigada tu alma a meditar,
menguada tu voluntad de pan,
a la mitad del dilema
pides piedad ante el conflicto.


Resuella el minotauro
de la injusticia,
se reseca el ansía de vivir,
la voz de la esperanza se adelgaza
en la trinchera de la lucha,
el vacío se considera humo
en la desventura o en la angustia,
esta terrible enfermedad
pesa sobre la ciudad.
Goliat a vencido a David.


Córceles
de lignito en desenfreno
conducen a desasir los hilos,
cancelada la senda del triunfo,
asienta la gloria el malvado,
un arcano de hieles nos persigue,
acredita la costra de la insolvencia
moral de los humanos.


Amasijo de huesos
deambula por la calle
sin sentir en el alma
el andar hacia lo bueno,
sin sentir la música de las esferas,
sin pretender llegar al infinito.


Todo se revuelve en un vértigo.
En el tren subterráneo: las espinas,
en la vereda azul: charcos putrefactos,
en los árboles: se mecen las tragedias.

Ma. Elena Solórzano

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